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Curso Reparar Videoconsolas

A lo largo de este blog posiblemente vamos a hablar mucho sobre videojuegos. Quizás tambien se trate el tema de las videoconsolas. Algo que vas a tener que arreglar en algún momento.Y, salvo que quieras pagar una buena suma a un tecnico, deberás hacerlo tú mismo. De echo, con el tiempo, tus amigos van a ir pidiendote que les ayudes con sus videoconsolas conforme vayan viendo lo bien que te va y lo mucho que te está durando tu videoconsola. Para eso vas a necesitar aprender a reparar consolas de videojuegos. En el enlace de abajo tienes un curso que te va a enseñar, desde 0, todo lo que necesitas saber sobre el tema. ¡GANA DINERO REPARANDO CONSOLAS DE VIDEOJUEGOS!

Justicia De Karma

Victoria se encontraba en el malecón de Vitoria—Gasteiz a unos pasos del rompeolas aquel día de año nuevo gris. Llevaba un vestido negro sin mangas y de escote “palabra de honor” ajustado al cuerpo pero de corte elegante.
Llevaba en la mano derecha los zapatos de tacón “stilletto” que, al igual que el vestido, hacen juego con su cabello largo y ensortijado y sus ojos azabache. Ojos que llevaban llorando desde que, al compás de las doce campanadas, descubrió que su prometido llevaba una doble vida.
Iñaki, su prometido desde hace apenas un año, se había comprometido apenas unas horas antes con una joven rubia despampanante llamada Irina. Motivo por el que, hacia el amanecer, estuvo a punto de lanzar su anillo de compromiso al mar.
De pronto, la fina lluvia la hizo despejarse y entrar en razón y, finalmente, no lo hizo.
Gracias a la lluvia recordó que era abogada. Recordó que, por sus facciones, la tal Irina tenía, muy seguramente, no más de 17.
Recordó que, aún en año nuevo, siempre había juzgados de guardia. Recordó que tenía un amigo juez que estaba de guardia este año y que le debía un par de favores.
Tenía dos alternativas. La primera, dejar que Iñaki siguiera adelante con sus planes y acusarlo de bigamia, la dejaba en espera. La segunda, ir al juzgado de su amigo juez y acusarlo de pederastia, podía hacer que las cosas se “aligeraran” un poco. Pero resulta que Victoria siempre fue una mujer impaciente.
Un año después quien estaba en ese mismo malecón era un joven pelirrojo vestido con vaqueros y camisa medio desabotonada y medio mal arremetida por dentro de los pantalones. 
Era Iñaki y en su cara se reflejaban los efectos del año que se fue hace apenas unas horas. A diferencia de su exprometida Victoria, él sí dio esos pocos pasos que lo separaban del rompiente. Él sí dio el salto hacia un mar que estaba tan picado o más que el año pasado.

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